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El desafio de ser padres hoy

 

Me pongo cómodo para ver la película. A medida que avanza, atrapa mi atención cada vez más. Me concentro en cada escena, esperando. Tal vez la próxima escena me dé alguna pista sobre quien será el culpable. Pero todavía no puedo imaginar el final. ¿Cómo terminará? ¿Tendrá un final feliz? ¿O será angustiante y triste?

 

La vida del hombre se parece a una película. Algo parecido ocurre con la vida de una familia. Cuando estamos en una escena dramática de nuestra vida no llegamos a imaginar el final. Tampoco sabemos si la manera en que estamos viviendo esa escena de la película de nuestra vida es lo mejor para nosotros. ¿Estamos haciendo bien las cosas? Más dudas aún surgen con la crianza de nuestros hijos. ¿Estamos en el camino correcto? ¿Hay algún indicio acerca de cómo terminara la película de nuestra familia? ¿Tendrá un final feliz? ¿Qué padre o madre no ha pasado por ésta angustiante situación de sentir que no sabe para dónde va, y si ese camino lo llevará a un final feliz?

 

 

1. Nuestra situación actual

¿Qué ocurre en el siglo XXI? ¿Cómo nos ha afectado la posmodernidad a las familias? ¿Han cambiado los paradigmas de la crianza de los hijos? Silvia De Segnis dice que hace cuarenta años, ante un problema similar varios padres darían la misma solución. Hoy, en cambio, cada uno tiene una respuesta diferente. Virginia Satir asegura que los padres nos dirían: “Si no se lo que es bueno para mí, ¿cómo voy a saber lo que está bien para mis hijos?”

 

2. La crisis de la figura paterna se trasladó de la familia a la sociedad

 Nuestra realidad cambió. Vivimos en una sociedad sin criterios, donde ser padre ya no es una tarea con lógica y con ciertos conocimientos seguros para practicar y llegar a buen puerto. 

 

3. Nuestros recursos en la paternidad

La mayoría de los padres criamos a nuestros hijos por reacción o por imitación.

 

El método de la reacción

Cuando aplicamos el método de la reacción no pensamos en los valores que queremos ver en nuestros hijos; tampoco en cómo formar su carácter, qué cosas contribuirían a eso positivamente, y cómo llevar adelante esa formación. A medida que pasa el tiempo corregimos lo que vemos mal en él o no, según la ocasión. Por ejemplo, si tira un vaso de agua en la mesa reaccionamos, sin discernir si lo hizo por accidente o por rebeldía. 

En otros casos, reaccionamos con nuestros hijos sin haber dado instrucción previa. Imagine a una madre que lustró bien el piso; lo dejó brillante. Entra su hijo con barro en los zapatos y la madre reacciona y le grita. ¿Qué pasó realmente? Ella no le dio instrucción previa, y cuando vio que el niño ensució, reaccionó contra él. Imaginemos también que al día siguiente la madre lo manda a hacer algo y el niño no lo hace. Como la madre no sabe qué hacer, deja pasar el incidente y no lo corrige. ¿Cuál situación mereció la disciplina? Muchas veces así nos pasa. Los padres pasamos el tiempo reaccionando y los hijos recibiendo las reacciones, víctimas de las frustraciones y la falta de líneas de conducta de sus padres.

Otro ejemplo que suele ocurrir es que no les enseñamos a colaborar en la casa y cuando son grandes les decimos que son “vagos” y “mantenidos”. Pero… ¿Quién ha fomentado eso? Nosotros mismos. Hemos hecho todo por ellos y ahora ellos no saben hacer las cosas por sí mismos.

 

El método de la imitación

 

El método de la imitación consiste en observar lo que otros hacen y hacer lo mismo. Si mi vecino le permite a su hijo de 12 años asistir a un baile para adolescentes, yo hago lo mismo. Con el tiempo y la costumbre se puede ir aún más allá. Otro amigo de mi hijo fuma marihuana, y como todos lo hacen, es costumbre y “no debe ser tan malo” pensamos, y yo sé que seguramente él lo va a hacer también… “pero bueno, tiene que probar y aprender por sí mismo lo que es bueno”. Y así vamos de a poco permitiendo que nuestros hijos empiecen un camino que tarde o temprano va a traer consecuencias negativas.

Aquellos que siguen el método de imitar a la mayoría, casi nunca se detienen a reflexionar en qué clase de ejemplo están siguiendo.

¿Qué padre no ha pensado: “Si todos lo hacen entonces es normal. Si le impido a mi hijo hacer lo que todos hacen, va a pensar que soy anticuado, y lo voy a frustrar…”?

 

4. Factores personales en la crianza

¿Cuáles son los motivos para criar a nuestros hijos de la forma que lo hacemos? Hay muchos factores. Miremos solo algunos.

 

  • Nuestra personalidad. Decimos: “Soy pasivo”, “Soy impulsivo”, “Soy emocional”, “Soy gritón”, “Soy depresivo”, etc. Nuestra manera de ser se convierte en una cárcel de la cual creemos no poder salir y por lo tanto tampoco podemos cambiar y aprender nuevas formas de guiar a nuestros hijos.

  • Nuestra niñez y lo que aprendimos de nuestros padres. Decimos: “No tuve padres de quien aprender”, “Mis padres fueron muy liberales”, “Mis padres fueron muy estrictos”, etc. Y por lo tanto repetimos la misma historia, o bien nos vamos hacia el extremo opuesto pensando que nuestros hijos no tienen que vivir lo mismo que nosotros.

  • Nuestras necesidades del momento. Pensamos: “Tengo que trabajar, comprar la casa, estoy muy ocupado”. Estas ocupaciones pasan a ser nuestro objetivo principal en la vida, al cual le dedicamos el mayor tiempo, dejando de lado nuestro proyecto familiar.

  • Nuestros miedos. Decimos: “Si los disciplino van a dejar de quererme, se van a ir de mi casa, se van a acomplejar”. Nos dejamos llevar por nuestros miedos y no damos los pasos necesarios para ayudarlos a crecer en forma sana.

  • Lo que otros hacen. Pensamos: “Pero si me niego voy en contra de la corriente, voy a ser anticuado, chapado a la antigua. Ahora todo es así.” De ese modo tampoco hago lo necesario para formar el carácter de mi hijo.

 

Mirando el objetivo final

Criar a nuestros hijos es una tarea que va más allá del día de hoy, ya que tendrá efectos en toda vida del niño o niña. El futuro de sus vidas dependerá del carácter que ellos desarrollen ahora.

 

El carácter se refiere a cómo enfrentamos la vida ante situaciones diferentes; nuestra capacidad o incapacidad para resolver problemas, nuestra moral, nuestra forma de relacionarnos con otros, y nuestra eficiencia en lo laboral. Todo eso muestra nuestro carácter.

 

Los padres somos los elementos primordiales en la formación del carácter de nuestros hijos. Lo que ellos aprendan en sus primeros años de vida los moldeará y les servirá o no, para vivir el resto de sus vidas. El carácter siempre se desarrolla en el contexto de relaciones significativas.

 

“Instruye al niño en el camino correcto,y aún en su vejez no lo abandonará.” (Proverbios 22:6NVI)

 

 

 

 

Fuente: enfoquealafamilia.com

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